Sinopsis de libro
Amigo mío, tú eres un ciudadano de Atenas, renombrada en el mundo por su poder y sabiduría. ¿No te avergüenza preocuparte tanto por amontonar riquezas, reputación y honor, y tan poco por la verdad y la sabiduría, así como por el perfeccionamiento de tu alma? (Sócrates)
Tras el rechazo de la visión religiosa, en Occidente la visión del mundo y de la vida se basa implícitamente en lo que dice (y lo que no dice) “la ciencia”, considerada la medida casi irrefutable para determinar lo que es cierto y lo que no. Pero esta estudia únicamente lo cuantitativo y mensurable, y deja escapar el resto (que, por acción u omisión, se considera no existente o “no probado”), y (a pesar de los descubrimientos de la física cuántica) parte de la base de que hay un mundo exterior material hecho de objetos independientes entre sí —y, más importante, del sujeto que los percibe— que se puede investigar de manera “objetiva”, esto es, sin que la consciencia que lo estudia tenga un lugar prominente. Una consciencia sobre cuya naturaleza la ciencia queda, de pronto, muda.
La mentalidad cientificista (la ideología que proclama que la ciencia tiene el monopolio del conocimiento) contiene, a menudo de forma inconsciente, muchos dogmas filosóficos y metafísicos. Por otro lado, “la ciencia” no constituye una unidad: las distintas ciencias no convergen en una imagen unificada del hombre y el universo. Las ciencias —de precisión y fiabilidad variables, y de teorías y especulaciones continuamente cambiantes— descubren muchos conocimientos ciertos desde el punto de vista que les es propio, pero no tienen la capacidad de dibujar una cosmovisión cierta y coherente, dada la multitud de factores que escapan a sus redes. La imagen que se presenta, explícita o implícitamente, de un universo ciego y únicamente material, donde todo sucede por azar y la consciencia es un extraño invitado, es solo una extrapolación filosófica a partir de unos pocos datos científicos acordes con el tipo de preguntas que se le han hecho a la naturaleza.
De la misma manera en que no puede hablarse de “la ciencia”, tampoco puede hablarse de “la religión” como de un algo unificado. Lo que hay son distintas religiones que se manifiestan adaptándose a las diferentes sensibilidades y circunstancias socio-culturales de los seres humanos, y cuyos seguidores reflejan o distorsionan en distintas medidas. La ciencia, la religión, la política, son actividades humanas con sus luces y sus inevitables sombras, responsables tanto de grandes bienes como de grandes males.